No es frecuente ver nevar en la capital madrileña y mucho menos con la copiosidad con que lo ha hecho este 9 de enero. Los rincones y lugares que en numerosas ocasiones he reproducido en el lienzo se tornaban hoy especialmente pintorescos. Un gran manto blanco cambia tanto la fisonomía de una ciudad que inmediatamente nos damos cuenta de que es mucho más que un fenómeno climatológico. Los lugares y monumentos junto a los que a diario pasamos sin mirarlos siquiera, adquieren protagonismo y belleza gracias a la nieve. Por inusual, nunca nos cansaremos de ver Madrid de este modo.
2 comentarios:
Pues nada, ¿para cuando un paisaje nevado? Un saludo ¡
Eso digo yo. ¿Para cuándo?
Be(r)sos, querido Fernando
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